El desempleo se manifiesta como fenómeno estructural. Los trabajadores europeos, que no lo padecían de manera abierta desde hace décadas, registran ahora 23,8 millones. Pero su total en todo el mundo llega a los 200 millones. Otros 900, aunque laborando, viven bajo condiciones de pobreza. Se hace imperiosa una reforma que ataque el fenómeno de manera frontal.